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Vive el mundo un momento trascendente, diversas crisis se cruzan y transforman en urgente la necesidad de una alternativa diferente de organización social.

El sistema mundo actual, el capitalismo realmente existente ha mutado hacia un capitalismo de catástrofe, en el sentido que la catástrofe es su forma de existencia y lleva a la humanidad al borde del abismo.

  • Todas las alertas mundiales están encendidas por científicas y científicos, expertos de la ONU y por los centros de investigación mas prestigiosos. Si el modelo de producción predatorio, consumista y destructivo perdura en el tiempo el cambio climático que produce llegará al límite sin retorno en pocas décadas y eso significaría la imposibilidad de vida de muchas especies entre ellas la nuestra: la humanidad.
  • Un discurso justificante del sistema responsabiliza a toda la humanidad ocultando al verdadero y principal responsable. El ser humano vive en la tierra desde hace 2,5 millones de años, pero solo fue hace 180 años que comienza el cambio climático producido por su actividad con la revolución industrial, es decir, con el desarrollo del capitalismo. Las reuniones de los Estados en este mundo globalizado no han dado como resultado cambios algunos en esa tendencia, y en el marco de la gravedad actual hay un retroceso aún en los modestos acuerdos de bajar la emisión de los gases con efecto invernadero. Como ha señalado la joven activista contra el calentamiento global Greta Thunberg, en diciembre del 2018: “…si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, quizá deberíamos cambiar el propio sistema.”.

“No es la humanidad la que se suicida. Es el modelo de producción quien nos lleva a la extinción y hoy cuando todavía hay tiempo (poco) impide que tomemos las medidas necesarias para no pasar el límite desde el cual ya no hay retorno.”

  • La revolución conservadora de Reagan y Theacher ha cambiado el mundo y fue la cara visible de una transformación del capitalismo. Del Estado de bienestar que durante décadas, a partir del final de la segunda guerra, construyó más igualdad y derechos, a partir de finales de los 70 y principio de los 80, la ideología y la práctica neoliberal forjaron un nuevo orden en el que se trasladó el epicentro de la fracción dominante hacia el capital financiero, se destruyó el Estado de bienestar, se concentró la economía, se expulsó a grandes porciones de la población fuera de los beneficios del crecimiento y se desarticuló la soberanía de los países. Es el tiempo de la mayor desigualdad.

Según la organización británica Oxfam el 82% del dinero que se generó en el mundo en 2017 fue al 1% más rico de la población global. El 1% posee más riqueza que 6.900 millones de personas.

El resultado de esta ideología y su práctica ha producido altísimos niveles de pobreza, indigencia, desocupación, hambre y falta de escolaridad para millones de niñas y niños. Ha significado la destrucción de lo público cuando el mundo más lo necesitaba. La teoría del derrame fue la estafa más grande que vivió la humanidad.

  • En tiempos de pandemia global se ve con crudeza que toda el desguace de los sistemas de salud pública en aras de mercantizarla, concebirla como un servicio y no derecho, provocó tanto muertes evitables como pérdidas considerables de calidad de vida, aumentando dramáticamente la brecha de desigualdad en las condiciones sanitarias de las poblaciones. Cuando se ve como afecta a las principales victimas la destrucción o expropiación privada de los sistema de jubilación públicos; cuando la sensibilidad hacia estos temas se hace masiva y patente, conviene recordar que antes del covid 19, cada día morían 10.000 personas por no poder costearse la atención medica. Recordar que 8.500 niños mueren cada día de desnutrición y según las estimaciones de Unicef, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Población de Naciones Unidas, se calcula que 6,3 millones de niños menores de 15 años murieron en 2017 por causas, en su mayoría, prevenibles. Esto supone la muerte de un niño cada 5 segundos.
  • Mientras ello ocurre los supermillonarios eluden, evaden los impuestos, logran leyes para exenciones fiscales con la promesa de inversiones.

En nuestro país la concentración de la riqueza y la desigualdad es una constante de los tres ciclos de programas neoliberales que hemos vivido. Por el contrario los períodos de disminución de la desigualdad coinciden con las etapas de impulso del ensanchamiento del mercado interno,  del consumo y de la sustitución de importaciones y desarrollo de la producción y el valor agregado a la producción local.

La desigualdad se muestra en este grafico sobre  distribución secundaria del ingreso y permite sacar conclusiones básicas para el planteamiento que estamos haciendo:

  • En 1974 la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre era de 7 veces, similar a la de los países desarrollados. Luego llega a un pico de diferencia en 1998, durante el ciclo menemista, de 13,47 veces. Sin embargo, se muestra que allí está el núcleo duro de la pobreza, que incluso medidas diferentes no han afectado centralmente, en el período analizado, esa diferencia. Medidas políticas inclusivas como la AUH o el aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas, apuntan a dar batalla frente a este problema estructural.
  • También se puede observar la recuperación de trabajadores y de sectores medios (resto) con un pico en el 2006.

 El ciclo neoliberal de la Alianza Cambiemos agravó los problemas estructurales de desigualdad, pobreza e indigencia, como también produjo un descenso pronunciado del valor de los salarios de los trabajadores medidos en moneda constante. 

El PIB 2019 a precios corrientes fue de $ 21.650.351 millones, dividido por $ 63 en dólares son U$S 343.656 millones. Somos 45 millones de habitantes y por lo tanto, esa operación da U$S 7.637 dólares per cápita, o $ 40.000 por mes (por persona incluyendo viejos y chicos; es obvio que un asalariado debería cobrar en promedio por mes $ 160.000.- y no llegan a $ 27.000)

La Canasta Básica Total (CBT) del INDEC de diciembre de 2019 fue de $ 38.960,3 por mes.

Adulto equivalente CBA (Canasta Básica Alimentaria) es de $ 5.043 y CBT de $ 12.608,5, según el INDEC a diciembre de 2019. 

El ciclo en análisis nos dejó una pobreza de 35,5% de la población (unas 16.100.000 de personas) y de ellos los Indigentes fueron el 8% de la población (abarca a 3. 628.000 de personas). Con el agravante que la pobreza abarca al 50% de los niños y las niñas del país.

Produjo un deterioro del mercado de trabajo. En el cuarto trimestre de 2019, la tasa de desocupación abierta fue del 8,9%, una leve mejora con respecto al 9,1% registrado en igual período del año pasado. Paralelamente, las tasas de subocupación y subocupación demandante pasaron del 13,1% y 9,5%, en el cuarto trimestre 2019 contra el 12% y 8,7% respectivamente del cuarto trimestre de 2018. 

Y con una recesión programada y tratando de “secar” la plaza de pesos para frenar la inflación, ésta se multiplicó por dos desde el inicio del mandado macrista llegando a una inflación del 53,8%. 

Analizando el decil 1 y el 10 del 2003 al 2019, respecto a la participación en el ingreso total de nuestra economía, se puede observar lo que sostenemos respecto al núcleo estructural de la pobreza y la necesidad de medidas de transformación sostenida para poder superarla. 

Otra de las claves para analizar la desigualdad en nuestro país es la persistencia del latifundio y la tendencia a la concentración de la propiedad de la tierra, sumado a la extranjerización de la misma y la expulsión de pequeños y medianos productores. 

El modelo económico afianzado durante la última dictadura cívico militar, con su impronta neoliberal, desarticuló la participación del Estado en las grandes decisiones de la política agropecuaria. Por lo tanto, al dejar hacer libremente a los actores económicos del sector más concentrado, estos fueron acumulando dinero, articulación con sectores financieros, y poder político (grupo A, mesa de enlace) y de lobby empresarial. 

De manera que los propios empresarios agropecuarios representantes de sus entidades han tenido influencia en el diseño de políticas del INTA, además de haberse disuelto el IFONA Instituto Forestal Nacional, la Junta Nacional de Carnes, Junta Nacional de Granos, al mismo tiempo que se fueron privatizando puertos a las orillas del Paraná, cuya principal actividad es la exportación cerealera. 

En este marco, no casual, podemos observar en simultáneo, varias consecuencias significativas. Así observamos un gran desmonte de vegetación nativa, sin una resiembra mínimamente proporcional, desaparición de cientos de miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y de la agricultura familiar,  desarticulación del monotributo social agropecuario, concentración de la propiedad de la tierra, fuerte tendencia al monocultivo en tierras alquiladas, con su doble implicancia, socio-económica, por un lado, ya que da surgimiento al nacimiento de un sector social propietario de tierras agrícolas de neto corte rentista, y ambiental, por otro, ya que las tierras alquiladas por pooles de siembra y otros actores económicos, no priorizan las practicas conservacionistas, de manera que el uso reiterado de agroquímicos ya ha ocasionado problemas de salud a las poblaciones vecinas, (vale la pena consultar las denuncias de los médicos de los pueblos fumigados), además del surgimiento de la necesidad de aumentar las dosis de agroquímicos por Ha, y han aparecido malezas resistentes, como era de esperar. 

El latifundio existe en Argentina y es un condicionante negativo para el desarrollo económico; es la raíz de la desigualdad, y viene siendo negado sistemáticamente por el sector terrateniente que se beneficia de esta desigualdad. 

Los datos duros muestran con claridad lo que sostenemos:

  • 900 familias o empresas hacia el año 2004 eran dueñas del 49,7 por ciento de la tierra.
  • Para ese entonces ya estaban en manos de extranjeros 18.000.000 de has.
  • En la actualidad, el 0,89 % de los propietarios posee el 33,89 % de la superficie, siendo el promedio de 22.000 Has.
  • El registro nacional de tierras rurales, detecto que 1.100.000 Has pertenecen a empresas radicadas en paraísos fiscales, una superficie equivalente a 55 veces la Capital Federal.
  • Solamente 53 propietarios de la Provincia de Buenos Aires con un promedio de 44.535 Has acumulan 2.359.810 Has. 

La concentración de la riqueza y la desigualdad son una ecuación inseparable. Y en el país conforma una triada con la propiedad latifundista y la extranjerización de la tierra.  Esta realidad construyó un país que se dice federal, pero es profundamente unitario y centralista.  El siguiente gráfico aporta precisión al respecto:

Algunas conclusiones básicas sobre el sistema mundo y nuestro lugar en él como país. 

Todo este análisis acerca de las razones que fundan el sistema mundo que padecemos debe ajustarse ahora ante la irrupción del COVID 19, porque el confinamiento al que nos obliga paraliza la economía mundial y sus efectos ya se hacen sentir en todo el mundo y desde luego también en nuestro país.  Es dificil prever todas sus consecuencias. Pero sí podemos plantear algunas coordenadas: 

  • Este sistema es el de la desigualdad y la concentración de la riqueza. Al capitalismo realmente existente no le interesa la vida. Los supermillonarios construyen su riqueza sobre la base del dolor y la muerte de centenares de millones de victimas.
  • El modelo de organización de nuestra sociedad ha construido su relato hegemónico para justificar la desigualdad. Para que todos naturalizemos la concentración económica.
  • El discurso hegemónico de justificación contempla dos variantes: la primera sostiene que el régimen desigual existió siempre y hunde sus raíces en la natureleza misma del ser humano. Dado el mundo “en que caemos” la propuesta neoliberal y desigualitaria es idónea para entender el mundo tal cual es y racional para encontrar las “reales” posibilidades de mejora y convivencia de la sociedad. La segunda es la represiva y censora. Todo lo que sale de la racionalidad neoliberal es de por sí presentada como irracional. Se puede aceptar otras miradas como justas, pero imposibles de realizar. En todo caso son cuestiones de idealistas o románticos, pero el relato dominante afirma que el mundo se construye con pragmatismo. Por supuesto, un pragmatismo que es la expresión de una ideológica dogmática.
  • La fuerza del pensamiento de la revolución conservadora, del neoliberalismo ligado al fracaso, errores y horrores del “socialismo real”, derivó en que gran parte del llamado progresismo o de quienes adscribían a las teorías criticas aceptaran las bases de sustentación de la teoría hegemónica. Analizar, criticar, y proponer pero siempre desde los estrechos limites que permite la racionalidad dominante.
  • En este sistema-mundo el pensar en una alternativa societaria distinta, más justa y más democrática, fuera de los límites permitidos del dogma dominante, constituye un acto de libertad colectiva, y sobre todo, un imperativo ético político de cuño emancipatorio. 

Por consiguiente, enfrentamos el desafío de aportar a las teorías criticas, sabiendo los límites que han tenido en las últimas décadas. Por ejemplo, el que señala Razmig Keucheyan: “Una tercera característica de las teorías críticas es la profesionalización, es decir, el hecho de que en la actualidad los pensadores críticos son casi exclusivamente académicos. Los periodistas, los líderes sindicales o partidarios o los guerrilleros como el Subcomandante Marcos también producen teorías críticas. Pero en la mayoría de los casos, estas teorías son elaboradas por profesores, y para ser más precisos, por profesores de humanidades.”

“…El hecho de que los pensadores críticos sean en su mayoría académicos implica que están sujetos a las leyes que gobiernan el campo académico global. Este campo está dominado por las universidades estadounidenses, en términos de medios financieros y de influencia intelectual.”

En referencia a otras etapas de las teorías criticas el autor analiza: “Cuando enseñaban o escribían, lo cual ocurría con frecuencia, lo hacían en escuelas partidarias y periódicos, y no en universidades y publicaciones académicas convencionales. En aquel momento, las universidades eran de hecho instituciones elitistas, que poco tenían que ver con las instituciones masivas en que se han convertido desde entonces. Por supuesto, el hecho de que los pensadores críticos de la actualidad sean en su mayoría académicos tiene consecuencias importantes respecto a la forma en que se moldean sus ideas, al lenguaje conceptual que utilizan y, también, a su relación con la política.”

Una cuarta característica de las teorías críticas es su creciente distancia con la política. Este rasgo se conecta con el anterior, dado que la lógica de la profesionalización ha desviado a estos pensadores del campo político. De hecho, este último y el campo intelectual se han separado cada vez más o se han vuelto cada vez más autónomos durante la segunda mitad del siglo XX. 

Estas caracteristicas que señala Keucheyan se enmarcan en un proceso de creciente hegemonía cultural neoliberal, la que también penetró  en los movimientos nacional y populares. Comprender sus mecanismo lógicos y discursivos, su narrativa (sus representaciones que constituyen subjetividad y sentido común), es condición de posibilidad para comprender las prácticas sociales. Porque la disociación entre teoría y práctica social, entre ideas y sujetos colectivos que la encarnen, describen qué es un librepensador, un intelectual no orgánico, sin anclaje en la historia y el presente de las causas  populares y/o obreras. Producirá, por ende, dicho intelectual, concepciones abstractas distantes y/o ajenas a las necesidades y desafíos que la vida de los pueblos nos interpela a quienes pensamos que la política es la historia del presente, porque sabemos que la historia es la política de la memoria. 

El sistema que analizamos implica una transformación regresiva de la democracia. Tales como procesos de delegación de soberania popular en instituciones gubernamientales supranacionales, corporaciones y lobby empresariasles con mas poder que los estados nacionales, achicamiento de las libertades publicas y derechos humanos bajo el paraguas de la seguridad nacional, la persecusión de opositores, la instrumentación del lawfare, las politicas de desestabilización de gobiernos populares y otras son parte de un complejo entramado de degradación democrática. Debemos agregar las promoción de la no politica o directamente la antipolitica como ideologias que promueven la no participación y la resignación. Sumado a que el malestar social es utilizado para el crecimiento as variantes ultra derechistas, racistass, xenofobas y nacionalistas extremas que cuestionan el liberalismo politico para afirmar el sistema  y achicar la democracia.

Un gran triunfo cultural de las derechas y el neoliberalismo ha sido, en especial despues de la caida del muro de berlin,  asimilar la democracia a la económia de mercado, subordinando la soberania popular a una delegación extrema  y a la supremacía del capital financiero.

Los sistemas electorales tambien esta penetrados por la desigualdad.Por mas que las leyes lo afirmen, no hay igualdad en las ofertas electorales. El terreno de las campañas son dominadas por multimillonarios y por los medios hegemonicos.  El ejemplo por excelencia es EEUU donde la mayoria de sus presidentes y de sus legisladores son multimillonarios. O en paises como el nuestro donde que surja un gobierno popular por elecciones significa enfrentar una maquinaria y colución de intereses que trata de manipular la opinión pública, demoler a quienes se enfrentan al sistema, violando principios basicos del estado de derecho.

La desigualdad, la destrucción del clima, y la degradación democratica son parte del programa de las fuerzas que dominan el mundo. Un proyecto alternativo tiene que basarse en la radicalización de la democracia. Es transformarla para poder defenderla.  Mas democracia, es una sociedad mas organizada y participativa. Una sociedad donde las demandas historicas y las nuevas se articulen en la creación de una alternativa común. 

El Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad (IEFI) se funda para cooperar en esta tarea colectiva de construir una alternativa al modelo desigualitario, al capitalismo de la catástrofe. A pensar el mundo y la Argentina para poder transformarlos. Somos activistas contra la desigualdad, militantes por la igualdad, activistas contra el cambio climático y militantes por un nuevo modelo de desarrollo que preserve nuestro ambiente, porque sin agenda ambiental todo modelo de desarrollo termina siendo extractivista.

El IEFI es una unidad de trabajo, una asociación sin fines de lucro, especializada en diferentes disciplinas o ramas del conocimiento, integradas de acuerdo con intereses sociales, culturales y económicos comunes. Cuyos objetivos consisten en aportar ideas, diagnósticos y propuestas en clave de construir igualdad, emancipación cultural y soberanía integral, desde la territorial hasta la alimentaria, cuya condición de posibilidad es la soberanía científico-tecnológica en el marco de un proyecto de agroindustria nacional, que promueva la agricultura familiar.

Nada de eso se podrá conseguir sin soberanía política, y no la habrá si no discutimos un proyecto cultural de Nación y un proyecto de soberanía educativa, para la formación de una nueva conciencia colectiva en tiempos de encrucijada civilizatoria. Por eso proponemos el debate por una Nueva Ley de Educación Superior, para desmerantilizar la educación superior, la ciencia y la investigación, y ponerlas al servicio de los intereses y necesidades de la Nación. 

Compartimos con Thomas Piketty en el comienzo de su libro “Capital e Ideología”: 

“Todas las sociedades tienen necesidad de justificar sus desigualdades: sin una razón de ser, el edificio político y social en su totalidad amenazaría con derrumbarse. Por eso, en cada época se genera un conjunto de discursos e ideologías que tratan de legitimar la desigualdad tal y como existe o debiera existir, así como de describir las reglas económicas, sociales y políticas que permiten estructurar el sistema. De la confrontación entre esos discursos e ideologías, que es al mismo tiempo intelectual, institucional y política, surgen generalmente uno o varios relatos dominantes en los que están basados los regímenes desigualitarios existentes en cada momento.”

Estamos hablando de la batalla cultural por definir qué clase de vida social nos damos. 

Por ello desde el IEFI pensamos que  demoler las justificaciones ideológicas, culturales, económicas, sociales de la desigualdad resulta clave para gestar otro mundo posible, otra Argentina más justa e igualitaria. Nuestro Instituto nace para aportar a este gigantesco debate que transita el mundo en tiempos de un capitalismo de catástrofe. 

Dentro de ese objetivo, tiene como propósitos generales promover ideas, propuestas, y acciones destinadas impulsar la Igualdad  en la sociedad en términos  sociales, de género, de cultura y educación. Asimismo, realizar investigaciones, estudios y trabajos sobre el vínculo entre la desigualdad y temas como cambio climático, seguridad y justicia, distribución de la riqueza, propiedad, uso y tenencia de la tierra; soberanía alimentaria, científica, cultural y educativa. 

Vive el mundo un momento trascendente, diversas crisis se cruzan y transforman en urgente la necesidad de una alternativa diferente de organización social.

El sistema mundo actual, el capitalismo realmente existente ha mutado hacia un capitalismo de catástrofe, en el sentido que la catástrofe es su forma de existencia y lleva a la humanidad al borde del abismo.

  • Todas las alertas mundiales están encendidas por científicas y científicos, expertos de la ONU y por los centros de investigación mas prestigiosos. Si el modelo de producción predatorio, consumista y destructivo perdura en el tiempo el cambio climático que produce llegará al límite sin retorno en pocas décadas y eso significaría la imposibilidad de vida de muchas especies entre ellas la nuestra: la humanidad.
  • Un discurso justificante del sistema responsabiliza a toda la humanidad ocultando al verdadero y principal responsable. El ser humano vive en la tierra desde hace 2,5 millones de años, pero solo fue hace 180 años que comienza el cambio climático producido por su actividad con la revolución industrial, es decir, con el desarrollo del capitalismo. Las reuniones de los Estados en este mundo globalizado no han dado como resultado cambios algunos en esa tendencia, y en el marco de la gravedad actual hay un retroceso aún en los modestos acuerdos de bajar la emisión de los gases con efecto invernadero. Como ha señalado la joven activista contra el calentamiento global Greta Thunberg, en diciembre del 2018: “…si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, quizá deberíamos cambiar el propio sistema.”.

“No es la humanidad la que se suicida. Es el modelo de producción quien nos lleva a la extinción y hoy cuando todavía hay tiempo (poco) impide que tomemos las medidas necesarias para no pasar el límite desde el cual ya no hay retorno.”

  • La revolución conservadora de Reagan y Theacher ha cambiado el mundo y fue la cara visible de una transformación del capitalismo. Del Estado de bienestar que durante décadas, a partir del final de la segunda guerra, construyó más igualdad y derechos, a partir de finales de los 70 y principio de los 80, la ideología y la práctica neoliberal forjaron un nuevo orden en el que se trasladó el epicentro de la fracción dominante hacia el capital financiero, se destruyó el Estado de bienestar, se concentró la economía, se expulsó a grandes porciones de la población fuera de los beneficios del crecimiento y se desarticuló la soberanía de los países. Es el tiempo de la mayor desigualdad.

Según la organización británica Oxfam el 82% del dinero que se generó en el mundo en 2017 fue al 1% más rico de la población global. El 1% posee más riqueza que 6.900 millones de personas.

El resultado de esta ideología y su práctica ha producido altísimos niveles de pobreza, indigencia, desocupación, hambre y falta de escolaridad para millones de niñas y niños. Ha significado la destrucción de lo público cuando el mundo más lo necesitaba. La teoría del derrame fue la estafa más grande que vivió la humanidad.

  • En tiempos de pandemia global se ve con crudeza que toda el desguace de los sistemas de salud pública en aras de mercantizarla, concebirla como un servicio y no derecho, provocó tanto muertes evitables como pérdidas considerables de calidad de vida, aumentando dramáticamente la brecha de desigualdad en las condiciones sanitarias de las poblaciones. Cuando se ve como afecta a las principales victimas la destrucción o expropiación privada de los sistema de jubilación públicos; cuando la sensibilidad hacia estos temas se hace masiva y patente, conviene recordar que antes del covid 19, cada día morían 10.000 personas por no poder costearse la atención medica. Recordar que 8.500 niños mueren cada día de desnutrición y según las estimaciones de Unicef, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Población de Naciones Unidas, se calcula que 6,3 millones de niños menores de 15 años murieron en 2017 por causas, en su mayoría, prevenibles. Esto supone la muerte de un niño cada 5 segundos.
  • Mientras ello ocurre los supermillonarios eluden, evaden los impuestos, logran leyes para exenciones fiscales con la promesa de inversiones.

En nuestro país la concentración de la riqueza y la desigualdad es una constante de los tres ciclos de programas neoliberales que hemos vivido. Por el contrario los períodos de disminución de la desigualdad coinciden con las etapas de impulso del ensanchamiento del mercado interno,  del consumo y de la sustitución de importaciones y desarrollo de la producción y el valor agregado a la producción local. 

La desigualdad se muestra en este grafico sobre  distribución secundaria del ingreso y permite sacar conclusiones básicas para el planteamiento que estamos haciendo: 

 (Ver Cuadro 1)

  • En 1974 la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre era de 7 veces, similar a la de los países desarrollados. Luego llega a un pico de diferencia en 1998, durante el ciclo menemista, de 13,47 veces. Sin embargo, se muestra que allí está el núcleo duro de la pobreza, que incluso medidas diferentes no han afectado centralmente, en el período analizado, esa diferencia. Medidas políticas inclusivas como la AUH o el aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas, apuntan a dar batalla frente a este problema estructural.
  • También se puede observar la recuperación de trabajadores y de sectores medios (resto) con un pico en el 2006.

 El ciclo neoliberal de la Alianza Cambiemos agravó los problemas estructurales de desigualdad, pobreza e indigencia, como también produjo un descenso pronunciado del valor de los salarios de los trabajadores medidos en moneda constante. 

El PIB 2019 a precios corrientes fue de $ 21.650.351 millones, dividido por $ 63 en dólares son U$S 343.656 millones. Somos 45 millones de habitantes y por lo tanto, esa operación da U$S 7.637 dólares per cápita, o $ 40.000 por mes (por persona incluyendo viejos y chicos; es obvio que un asalariado debería cobrar en promedio por mes $ 160.000.- y no llegan a $ 27.000)

La Canasta Básica Total (CBT) del INDEC de diciembre de 2019 fue de $ 38.960,3 por mes.

Adulto equivalente CBA (Canasta Básica Alimentaria) es de $ 5.043 y CBT de $ 12.608,5, según el INDEC a diciembre de 2019. 

El ciclo en análisis nos dejó una pobreza de 35,5% de la población (unas 16.100.000 de personas) y de ellos los Indigentes fueron el 8% de la población (abarca a 3. 628.000 de personas). Con el agravante que la pobreza abarca al 50% de los niños y las niñas del país.

Produjo un deterioro del mercado de trabajo. En el cuarto trimestre de 2019, la tasa de desocupación abierta fue del 8,9%, una leve mejora con respecto al 9,1% registrado en igual período del año pasado. Paralelamente, las tasas de subocupación y subocupación demandante pasaron del 13,1% y 9,5%, en el cuarto trimestre 2019 contra el 12% y 8,7% respectivamente del cuarto trimestre de 2018. 

Y con una recesión programada y tratando de “secar” la plaza de pesos para frenar la inflación, ésta se multiplicó por dos desde el inicio del mandado macrista llegando a una inflación del 53,8%. 

Analizando el decil 1 y el 10 del 2003 al 2019, respecto a la participación en el ingreso total de nuestra economía, se puede observar lo que sostenemos respecto al núcleo estructural de la pobreza y la necesidad de medidas de transformación sostenida para poder superarla. 

Otra de las claves para analizar la desigualdad en nuestro país es la persistencia del latifundio y la tendencia a la concentración de la propiedad de la tierra, sumado a la extranjerización de la misma y la expulsión de pequeños y medianos productores. 

El modelo económico afianzado durante la última dictadura cívico militar, con su impronta neoliberal, desarticuló la participación del Estado en las grandes decisiones de la política agropecuaria. Por lo tanto, al dejar hacer libremente a los actores económicos del sector más concentrado, estos fueron acumulando dinero, articulación con sectores financieros, y poder político (grupo A, mesa de enlace) y de lobby empresarial. 

De manera que los propios empresarios agropecuarios representantes de sus entidades han tenido influencia en el diseño de políticas del INTA, además de haberse disuelto el IFONA Instituto Forestal Nacional, la Junta Nacional de Carnes, Junta Nacional de Granos, al mismo tiempo que se fueron privatizando puertos a las orillas del Paraná, cuya principal actividad es la exportación cerealera. 

En este marco, no casual, podemos observar en simultáneo, varias consecuencias significativas. Así observamos un gran desmonte de vegetación nativa, sin una resiembra mínimamente proporcional, desaparición de cientos de miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y de la agricultura familiar,  desarticulación del monotributo social agropecuario, concentración de la propiedad de la tierra, fuerte tendencia al monocultivo en tierras alquiladas, con su doble implicancia, socio-económica, por un lado, ya que da surgimiento al nacimiento de un sector social propietario de tierras agrícolas de neto corte rentista, y ambiental, por otro, ya que las tierras alquiladas por pooles de siembra y otros actores económicos, no priorizan las practicas conservacionistas, de manera que el uso reiterado de agroquímicos ya ha ocasionado problemas de salud a las poblaciones vecinas, (vale la pena consultar las denuncias de los médicos de los pueblos fumigados), además del surgimiento de la necesidad de aumentar las dosis de agroquímicos por Ha, y han aparecido malezas resistentes, como era de esperar. 

El latifundio existe en Argentina y es un condicionante negativo para el desarrollo económico; es la raíz de la desigualdad, y viene siendo negado sistemáticamente por el sector terrateniente que se beneficia de esta desigualdad. 

Los datos duros muestran con claridad lo que sostenemos:

  • 900 familias o empresas hacia el año 2004 eran dueñas del 49,7 por ciento de la tierra.
  • Para ese entonces ya estaban en manos de extranjeros 18.000.000 de has.
  • En la actualidad, el 0,89 % de los propietarios posee el 33,89 % de la superficie, siendo el promedio de 22.000 Has.
  • El registro nacional de tierras rurales, detecto que 1.100.000 Has pertenecen a empresas radicadas en paraísos fiscales, una superficie equivalente a 55 veces la Capital Federal.
  • Solamente 53 propietarios de la Provincia de Buenos Aires con un promedio de 44.535 Has acumulan 2.359.810 Has. 

La concentración de la riqueza y la desigualdad son una ecuación inseparable. Y en el país conforma una triada con la propiedad latifundista y la extranjerización de la tierra.  Esta realidad construyó un país que se dice federal, pero es profundamente unitario y centralista.  El siguiente gráfico aporta precisión al respecto:

Algunas conclusiones básicas sobre el sistema mundo y nuestro lugar en él como país. 

Todo este análisis acerca de las razones que fundan el sistema mundo que padecemos debe ajustarse ahora ante la irrupción del COVID 19, porque el confinamiento al que nos obliga paraliza la economía mundial y sus efectos ya se hacen sentir en todo el mundo y desde luego también en nuestro país.  Es dificil prever todas sus consecuencias. Pero sí podemos plantear algunas coordenadas: 

  • Este sistema es el de la desigualdad y la concentración de la riqueza. Al capitalismo realmente existente no le interesa la vida. Los supermillonarios construyen su riqueza sobre la base del dolor y la muerte de centenares de millones de victimas.
  • El modelo de organización de nuestra sociedad ha construido su relato hegemónico para justificar la desigualdad. Para que todos naturalizemos la concentración económica.
  • El discurso hegemónico de justificación contempla dos variantes: la primera sostiene que el régimen desigual existió siempre y hunde sus raíces en la natureleza misma del ser humano. Dado el mundo “en que caemos” la propuesta neoliberal y desigualitaria es idónea para entender el mundo tal cual es y racional para encontrar las “reales” posibilidades de mejora y convivencia de la sociedad. La segunda es la represiva y censora. Todo lo que sale de la racionalidad neoliberal es de por sí presentada como irracional. Se puede aceptar otras miradas como justas, pero imposibles de realizar. En todo caso son cuestiones de idealistas o románticos, pero el relato dominante afirma que el mundo se construye con pragmatismo. Por supuesto, un pragmatismo que es la expresión de una ideológica dogmática.
  • La fuerza del pensamiento de la revolución conservadora, del neoliberalismo ligado al fracaso, errores y horrores del “socialismo real”, derivó en que gran parte del llamado progresismo o de quienes adscribían a las teorías criticas aceptaran las bases de sustentación de la teoría hegemónica. Analizar, criticar, y proponer pero siempre desde los estrechos limites que permite la racionalidad dominante.
  • En este sistema-mundo el pensar en una alternativa societaria distinta, más justa y más democrática, fuera de los límites permitidos del dogma dominante, constituye un acto de libertad colectiva, y sobre todo, un imperativo ético político de cuño emancipatorio. 

Por consiguiente, enfrentamos el desafío de aportar a las teorías criticas, sabiendo los límites que han tenido en las últimas décadas. Por ejemplo, el que señala Razmig Keucheyan: “Una tercera característica de las teorías críticas es la profesionalización, es decir, el hecho de que en la actualidad los pensadores críticos son casi exclusivamente académicos. Los periodistas, los líderes sindicales o partidarios o los guerrilleros como el Subcomandante Marcos también producen teorías críticas. Pero en la mayoría de los casos, estas teorías son elaboradas por profesores, y para ser más precisos, por profesores de humanidades.”

“…El hecho de que los pensadores críticos sean en su mayoría académicos implica que están sujetos a las leyes que gobiernan el campo académico global. Este campo está dominado por las universidades estadounidenses, en términos de medios financieros y de influencia intelectual.”

En referencia a otras etapas de las teorías criticas el autor analiza: “Cuando enseñaban o escribían, lo cual ocurría con frecuencia, lo hacían en escuelas partidarias y periódicos, y no en universidades y publicaciones académicas convencionales. En aquel momento, las universidades eran de hecho instituciones elitistas, que poco tenían que ver con las instituciones masivas en que se han convertido desde entonces. Por supuesto, el hecho de que los pensadores críticos de la actualidad sean en su mayoría académicos tiene consecuencias importantes respecto a la forma en que se moldean sus ideas, al lenguaje conceptual que utilizan y, también, a su relación con la política.”

Una cuarta característica de las teorías críticas es su creciente distancia con la política. Este rasgo se conecta con el anterior, dado que la lógica de la profesionalización ha desviado a estos pensadores del campo político. De hecho, este último y el campo intelectual se han separado cada vez más o se han vuelto cada vez más autónomos durante la segunda mitad del siglo XX. 

Estas caracteristicas que señala Keucheyan se enmarcan en un proceso de creciente hegemonía cultural neoliberal, la que también penetró  en los movimientos nacional y populares. Comprender sus mecanismo lógicos y discursivos, su narrativa (sus representaciones que constituyen subjetividad y sentido común), es condición de posibilidad para comprender las prácticas sociales. Porque la disociación entre teoría y práctica social, entre ideas y sujetos colectivos que la encarnen, describen qué es un librepensador, un intelectual no orgánico, sin anclaje en la historia y el presente de las causas  populares y/o obreras. Producirá, por ende, dicho intelectual, concepciones abstractas distantes y/o ajenas a las necesidades y desafíos que la vida de los pueblos nos interpela a quienes pensamos que la política es la historia del presente, porque sabemos que la historia es la política de la memoria. 

El sistema que analizamos implica una transformación regresiva de la democracia. Tales como procesos de delegación de soberania popular en instituciones gubernamientales supranacionales, corporaciones y lobby empresariasles con mas poder que los estados nacionales, achicamiento de las libertades publicas y derechos humanos bajo el paraguas de la seguridad nacional, la persecusión de opositores, la instrumentación del lawfare, las politicas de desestabilización de gobiernos populares y otras son parte de un complejo entramado de degradación democrática. Debemos agregar las promoción de la no politica o directamente la antipolitica como ideologias que promueven la no participación y la resignación. Sumado a que el malestar social es utilizado para el crecimiento as variantes ultra derechistas, racistass, xenofobas y nacionalistas extremas que cuestionan el liberalismo politico para afirmar el sistema  y achicar la democracia.

Un gran triunfo cultural de las derechas y el neoliberalismo ha sido, en especial despues de la caida del muro de berlin,  asimilar la democracia a la económia de mercado, subordinando la soberania popular a una delegación extrema  y a la supremacía del capital financiero.

Los sistemas electorales tambien esta penetrados por la desigualdad.Por mas que las leyes lo afirmen, no hay igualdad en las ofertas electorales. El terreno de las campañas son dominadas por multimillonarios y por los medios hegemonicos.  El ejemplo por excelencia es EEUU donde la mayoria de sus presidentes y de sus legisladores son multimillonarios. O en paises como el nuestro donde que surja un gobierno popular por elecciones significa enfrentar una maquinaria y colución de intereses que trata de manipular la opinión pública, demoler a quienes se enfrentan al sistema, violando principios basicos del estado de derecho.

La desigualdad, la destrucción del clima, y la degradación democratica son parte del programa de las fuerzas que dominan el mundo. Un proyecto alternativo tiene que basarse en la radicalización de la democracia. Es transformarla para poder defenderla.  Mas democracia, es una sociedad mas organizada y participativa. Una sociedad donde las demandas historicas y las nuevas se articulen en la creación de una alternativa común. 

El Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad (IEFI) se funda para cooperar en esta tarea colectiva de construir una alternativa al modelo desigualitario, al capitalismo de la catástrofe. A pensar el mundo y la Argentina para poder transformarlos. Somos activistas contra la desigualdad, militantes por la igualdad, activistas contra el cambio climático y militantes por un nuevo modelo de desarrollo que preserve nuestro ambiente, porque sin agenda ambiental todo modelo de desarrollo termina siendo extractivista.

El IEFI es una unidad de trabajo, una asociación sin fines de lucro, especializada en diferentes disciplinas o ramas del conocimiento, integradas de acuerdo con intereses sociales, culturales y económicos comunes. Cuyos objetivos consisten en aportar ideas, diagnósticos y propuestas en clave de construir igualdad, emancipación cultural y soberanía integral, desde la territorial hasta la alimentaria, cuya condición de posibilidad es la soberanía científico-tecnológica en el marco de un proyecto de agroindustria nacional, que promueva la agricultura familiar.

Nada de eso se podrá conseguir sin soberanía política, y no la habrá si no discutimos un proyecto cultural de Nación y un proyecto de soberanía educativa, para la formación de una nueva conciencia colectiva en tiempos de encrucijada civilizatoria. Por eso proponemos el debate por una Nueva Ley de Educación Superior, para desmerantilizar la educación superior, la ciencia y la investigación, y ponerlas al servicio de los intereses y necesidades de la Nación. 

Compartimos con Thomas Piketty en el comienzo de su libro “Capital e Ideología”: 

“Todas las sociedades tienen necesidad de justificar sus desigualdades: sin una razón de ser, el edificio político y social en su totalidad amenazaría con derrumbarse. Por eso, en cada época se genera un conjunto de discursos e ideologías que tratan de legitimar la desigualdad tal y como existe o debiera existir, así como de describir las reglas económicas, sociales y políticas que permiten estructurar el sistema. De la confrontación entre esos discursos e ideologías, que es al mismo tiempo intelectual, institucional y política, surgen generalmente uno o varios relatos dominantes en los que están basados los regímenes desigualitarios existentes en cada momento.”

Estamos hablando de la batalla cultural por definir qué clase de vida social nos damos. 

Por ello desde el IEFI pensamos que  demoler las justificaciones ideológicas, culturales, económicas, sociales de la desigualdad resulta clave para gestar otro mundo posible, otra Argentina más justa e igualitaria. Nuestro Instituto nace para aportar a este gigantesco debate que transita el mundo en tiempos de un capitalismo de catástrofe. 

Dentro de ese objetivo, tiene como propósitos generales promover ideas, propuestas, y acciones destinadas impulsar la Igualdad  en la sociedad en términos  sociales, de género, de cultura y educación. Asimismo, realizar investigaciones, estudios y trabajos sobre el vínculo entre la desigualdad y temas como cambio climático, seguridad y justicia, distribución de la riqueza, propiedad, uso y tenencia de la tierra; soberanía alimentaria, científica, cultural y educativa. 

“No es la humanidad la que se suicida. Es el modelo de producción quien nos lleva a la extinción y hoy cuando todavía hay tiempo (poco) impide que tomemos las medidas necesarias para no pasar el límite desde el cual ya no hay retorno.”

  • La revolución conservadora de Reagan y Theacher ha cambiado el mundo y fue la cara visible de una transformación del capitalismo. Del Estado de bienestar que durante décadas, a partir del final de la segunda guerra, construyó más igualdad y derechos, a partir de finales de los 70 y principio de los 80, la ideología y la práctica neoliberal forjaron un nuevo orden en el que se trasladó el epicentro de la fracción dominante hacia el capital financiero, se destruyó el Estado de bienestar, se concentró la economía, se expulsó a grandes porciones de la población fuera de los beneficios del crecimiento y se desarticuló la soberanía de los países. Es el tiempo de la mayor desigualdad.

Según la organización británica Oxfam el 82% del dinero que se generó en el mundo en 2017 fue al 1% más rico de la población global. El 1% posee más riqueza que 6.900 millones de personas.

El resultado de esta ideología y su práctica ha producido altísimos niveles de pobreza, indigencia, desocupación, hambre y falta de escolaridad para millones de niñas y niños. Ha significado la destrucción de lo público cuando el mundo más lo necesitaba. La teoría del derrame fue la estafa más grande que vivió la humanidad.

  • En tiempos de pandemia global se ve con crudeza que toda el desguace de los sistemas de salud pública en aras de mercantizarla, concebirla como un servicio y no derecho, provocó tanto muertes evitables como pérdidas considerables de calidad de vida, aumentando dramáticamente la brecha de desigualdad en las condiciones sanitarias de las poblaciones. Cuando se ve como afecta a las principales victimas la destrucción o expropiación privada de los sistema de jubilación públicos; cuando la sensibilidad hacia estos temas se hace masiva y patente, conviene recordar que antes del covid 19, cada día morían 10.000 personas por no poder costearse la atención medica. Recordar que 8.500 niños mueren cada día de desnutrición y según las estimaciones de Unicef, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Población de Naciones Unidas, se calcula que 6,3 millones de niños menores de 15 años murieron en 2017 por causas, en su mayoría, prevenibles. Esto supone la muerte de un niño cada 5 segundos.
  • Mientras ello ocurre los supermillonarios eluden, evaden los impuestos, logran leyes para exenciones fiscales con la promesa de inversiones.

En nuestro país la concentración de la riqueza y la desigualdad es una constante de los tres ciclos de programas neoliberales que hemos vivido. Por el contrario los períodos de disminución de la desigualdad coinciden con las etapas de impulso del ensanchamiento del mercado interno,  del consumo y de la sustitución de importaciones y desarrollo de la producción y el valor agregado a la producción local. 

La desigualdad se muestra en este grafico sobre  distribución secundaria del ingreso y permite sacar conclusiones básicas para el planteamiento que estamos haciendo: 

 (Ver Cuadro 1)

  • En 1974 la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre era de 7 veces, similar a la de los países desarrollados. Luego llega a un pico de diferencia en 1998, durante el ciclo menemista, de 13,47 veces. Sin embargo, se muestra que allí está el núcleo duro de la pobreza, que incluso medidas diferentes no han afectado centralmente, en el período analizado, esa diferencia. Medidas políticas inclusivas como la AUH o el aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas, apuntan a dar batalla frente a este problema estructural.
  • También se puede observar la recuperación de trabajadores y de sectores medios (resto) con un pico en el 2006.

 El ciclo neoliberal de la Alianza Cambiemos agravó los problemas estructurales de desigualdad, pobreza e indigencia, como también produjo un descenso pronunciado del valor de los salarios de los trabajadores medidos en moneda constante. 

El PIB 2019 a precios corrientes fue de $ 21.650.351 millones, dividido por $ 63 en dólares son U$S 343.656 millones. Somos 45 millones de habitantes y por lo tanto, esa operación da U$S 7.637 dólares per cápita, o $ 40.000 por mes (por persona incluyendo viejos y chicos; es obvio que un asalariado debería cobrar en promedio por mes $ 160.000.- y no llegan a $ 27.000)

La Canasta Básica Total (CBT) del INDEC de diciembre de 2019 fue de $ 38.960,3 por mes.

Adulto equivalente CBA (Canasta Básica Alimentaria) es de $ 5.043 y CBT de $ 12.608,5, según el INDEC a diciembre de 2019. 

El ciclo en análisis nos dejó una pobreza de 35,5% de la población (unas 16.100.000 de personas) y de ellos los Indigentes fueron el 8% de la población (abarca a 3. 628.000 de personas). Con el agravante que la pobreza abarca al 50% de los niños y las niñas del país.

Produjo un deterioro del mercado de trabajo. En el cuarto trimestre de 2019, la tasa de desocupación abierta fue del 8,9%, una leve mejora con respecto al 9,1% registrado en igual período del año pasado. Paralelamente, las tasas de subocupación y subocupación demandante pasaron del 13,1% y 9,5%, en el cuarto trimestre 2019 contra el 12% y 8,7% respectivamente del cuarto trimestre de 2018. 

Y con una recesión programada y tratando de “secar” la plaza de pesos para frenar la inflación, ésta se multiplicó por dos desde el inicio del mandado macrista llegando a una inflación del 53,8%. 

Analizando el decil 1 y el 10 del 2003 al 2019, respecto a la participación en el ingreso total de nuestra economía, se puede observar lo que sostenemos respecto al núcleo estructural de la pobreza y la necesidad de medidas de transformación sostenida para poder superarla. 

Otra de las claves para analizar la desigualdad en nuestro país es la persistencia del latifundio y la tendencia a la concentración de la propiedad de la tierra, sumado a la extranjerización de la misma y la expulsión de pequeños y medianos productores. 

El modelo económico afianzado durante la última dictadura cívico militar, con su impronta neoliberal, desarticuló la participación del Estado en las grandes decisiones de la política agropecuaria. Por lo tanto, al dejar hacer libremente a los actores económicos del sector más concentrado, estos fueron acumulando dinero, articulación con sectores financieros, y poder político (grupo A, mesa de enlace) y de lobby empresarial. 

De manera que los propios empresarios agropecuarios representantes de sus entidades han tenido influencia en el diseño de políticas del INTA, además de haberse disuelto el IFONA Instituto Forestal Nacional, la Junta Nacional de Carnes, Junta Nacional de Granos, al mismo tiempo que se fueron privatizando puertos a las orillas del Paraná, cuya principal actividad es la exportación cerealera. 

En este marco, no casual, podemos observar en simultáneo, varias consecuencias significativas. Así observamos un gran desmonte de vegetación nativa, sin una resiembra mínimamente proporcional, desaparición de cientos de miles de pequeños y medianos productores agropecuarios y de la agricultura familiar,  desarticulación del monotributo social agropecuario, concentración de la propiedad de la tierra, fuerte tendencia al monocultivo en tierras alquiladas, con su doble implicancia, socio-económica, por un lado, ya que da surgimiento al nacimiento de un sector social propietario de tierras agrícolas de neto corte rentista, y ambiental, por otro, ya que las tierras alquiladas por pooles de siembra y otros actores económicos, no priorizan las practicas conservacionistas, de manera que el uso reiterado de agroquímicos ya ha ocasionado problemas de salud a las poblaciones vecinas, (vale la pena consultar las denuncias de los médicos de los pueblos fumigados), además del surgimiento de la necesidad de aumentar las dosis de agroquímicos por Ha, y han aparecido malezas resistentes, como era de esperar. 

El latifundio existe en Argentina y es un condicionante negativo para el desarrollo económico; es la raíz de la desigualdad, y viene siendo negado sistemáticamente por el sector terrateniente que se beneficia de esta desigualdad. 

Los datos duros muestran con claridad lo que sostenemos:

  • 900 familias o empresas hacia el año 2004 eran dueñas del 49,7 por ciento de la tierra.
  • Para ese entonces ya estaban en manos de extranjeros 18.000.000 de has.
  • En la actualidad, el 0,89 % de los propietarios posee el 33,89 % de la superficie, siendo el promedio de 22.000 Has.
  • El registro nacional de tierras rurales, detecto que 1.100.000 Has pertenecen a empresas radicadas en paraísos fiscales, una superficie equivalente a 55 veces la Capital Federal.
  • Solamente 53 propietarios de la Provincia de Buenos Aires con un promedio de 44.535 Has acumulan 2.359.810 Has. 

La concentración de la riqueza y la desigualdad son una ecuación inseparable. Y en el país conforma una triada con la propiedad latifundista y la extranjerización de la tierra.  Esta realidad construyó un país que se dice federal, pero es profundamente unitario y centralista.  El siguiente gráfico aporta precisión al respecto:

(Ver cuadro 2) 

Algunas conclusiones básicas sobre el sistema mundo y nuestro lugar en él como país. 

Todo este análisis acerca de las razones que fundan el sistema mundo que padecemos debe ajustarse ahora ante la irrupción del COVID 19, porque el confinamiento al que nos obliga paraliza la economía mundial y sus efectos ya se hacen sentir en todo el mundo y desde luego también en nuestro país.  Es dificil prever todas sus consecuencias. Pero sí podemos plantear algunas coordenadas: 

  • Este sistema es el de la desigualdad y la concentración de la riqueza. Al capitalismo realmente existente no le interesa la vida. Los supermillonarios construyen su riqueza sobre la base del dolor y la muerte de centenares de millones de victimas.
  • El modelo de organización de nuestra sociedad ha construido su relato hegemónico para justificar la desigualdad. Para que todos naturalizemos la concentración económica.
  • El discurso hegemónico de justificación contempla dos variantes: la primera sostiene que el régimen desigual existió siempre y hunde sus raíces en la natureleza misma del ser humano. Dado el mundo “en que caemos” la propuesta neoliberal y desigualitaria es idónea para entender el mundo tal cual es y racional para encontrar las “reales” posibilidades de mejora y convivencia de la sociedad. La segunda es la represiva y censora. Todo lo que sale de la racionalidad neoliberal es de por sí presentada como irracional. Se puede aceptar otras miradas como justas, pero imposibles de realizar. En todo caso son cuestiones de idealistas o románticos, pero el relato dominante afirma que el mundo se construye con pragmatismo. Por supuesto, un pragmatismo que es la expresión de una ideológica dogmática.
  • La fuerza del pensamiento de la revolución conservadora, del neoliberalismo ligado al fracaso, errores y horrores del “socialismo real”, derivó en que gran parte del llamado progresismo o de quienes adscribían a las teorías criticas aceptaran las bases de sustentación de la teoría hegemónica. Analizar, criticar, y proponer pero siempre desde los estrechos limites que permite la racionalidad dominante.
  • En este sistema-mundo el pensar en una alternativa societaria distinta, más justa y más democrática, fuera de los límites permitidos del dogma dominante, constituye un acto de libertad colectiva, y sobre todo, un imperativo ético político de cuño emancipatorio. 

Por consiguiente, enfrentamos el desafío de aportar a las teorías criticas, sabiendo los límites que han tenido en las últimas décadas. Por ejemplo, el que señala Razmig Keucheyan: “Una tercera característica de las teorías críticas es la profesionalización, es decir, el hecho de que en la actualidad los pensadores críticos son casi exclusivamente académicos. Los periodistas, los líderes sindicales o partidarios o los guerrilleros como el Subcomandante Marcos también producen teorías críticas. Pero en la mayoría de los casos, estas teorías son elaboradas por profesores, y para ser más precisos, por profesores de humanidades.”

“…El hecho de que los pensadores críticos sean en su mayoría académicos implica que están sujetos a las leyes que gobiernan el campo académico global. Este campo está dominado por las universidades estadounidenses, en términos de medios financieros y de influencia intelectual.”

En referencia a otras etapas de las teorías criticas el autor analiza: “Cuando enseñaban o escribían, lo cual ocurría con frecuencia, lo hacían en escuelas partidarias y periódicos, y no en universidades y publicaciones académicas convencionales. En aquel momento, las universidades eran de hecho instituciones elitistas, que poco tenían que ver con las instituciones masivas en que se han convertido desde entonces. Por supuesto, el hecho de que los pensadores críticos de la actualidad sean en su mayoría académicos tiene consecuencias importantes respecto a la forma en que se moldean sus ideas, al lenguaje conceptual que utilizan y, también, a su relación con la política.”

Una cuarta característica de las teorías críticas es su creciente distancia con la política. Este rasgo se conecta con el anterior, dado que la lógica de la profesionalización ha desviado a estos pensadores del campo político. De hecho, este último y el campo intelectual se han separado cada vez más o se han vuelto cada vez más autónomos durante la segunda mitad del siglo XX. 

Estas caracteristicas que señala Keucheyan se enmarcan en un proceso de creciente hegemonía cultural neoliberal, la que también penetró  en los movimientos nacional y populares. Comprender sus mecanismo lógicos y discursivos, su narrativa (sus representaciones que constituyen subjetividad y sentido común), es condición de posibilidad para comprender las prácticas sociales. Porque la disociación entre teoría y práctica social, entre ideas y sujetos colectivos que la encarnen, describen qué es un librepensador, un intelectual no orgánico, sin anclaje en la historia y el presente de las causas  populares y/o obreras. Producirá, por ende, dicho intelectual, concepciones abstractas distantes y/o ajenas a las necesidades y desafíos que la vida de los pueblos nos interpela a quienes pensamos que la política es la historia del presente, porque sabemos que la historia es la política de la memoria. 

El sistema que analizamos implica una transformación regresiva de la democracia. Tales como procesos de delegación de soberania popular en instituciones gubernamientales supranacionales, corporaciones y lobby empresariasles con mas poder que los estados nacionales, achicamiento de las libertades publicas y derechos humanos bajo el paraguas de la seguridad nacional, la persecusión de opositores, la instrumentación del lawfare, las politicas de desestabilización de gobiernos populares y otras son parte de un complejo entramado de degradación democrática. Debemos agregar las promoción de la no politica o directamente la antipolitica como ideologias que promueven la no participación y la resignación. Sumado a que el malestar social es utilizado para el crecimiento as variantes ultra derechistas, racistass, xenofobas y nacionalistas extremas que cuestionan el liberalismo politico para afirmar el sistema  y achicar la democracia.

Un gran triunfo cultural de las derechas y el neoliberalismo ha sido, en especial despues de la caida del muro de berlin,  asimilar la democracia a la económia de mercado, subordinando la soberania popular a una delegación extrema  y a la supremacía del capital financiero.

Los sistemas electorales tambien esta penetrados por la desigualdad.Por mas que las leyes lo afirmen, no hay igualdad en las ofertas electorales. El terreno de las campañas son dominadas por multimillonarios y por los medios hegemonicos.  El ejemplo por excelencia es EEUU donde la mayoria de sus presidentes y de sus legisladores son multimillonarios. O en paises como el nuestro donde que surja un gobierno popular por elecciones significa enfrentar una maquinaria y colución de intereses que trata de manipular la opinión pública, demoler a quienes se enfrentan al sistema, violando principios basicos del estado de derecho.

La desigualdad, la destrucción del clima, y la degradación democratica son parte del programa de las fuerzas que dominan el mundo. Un proyecto alternativo tiene que basarse en la radicalización de la democracia. Es transformarla para poder defenderla.  Mas democracia, es una sociedad mas organizada y participativa. Una sociedad donde las demandas historicas y las nuevas se articulen en la creación de una alternativa común. 

El Instituto de Estudios y Formación para la Igualdad (IEFI) se funda para cooperar en esta tarea colectiva de construir una alternativa al modelo desigualitario, al capitalismo de la catástrofe. A pensar el mundo y la Argentina para poder transformarlos. Somos activistas contra la desigualdad, militantes por la igualdad, activistas contra el cambio climático y militantes por un nuevo modelo de desarrollo que preserve nuestro ambiente, porque sin agenda ambiental todo modelo de desarrollo termina siendo extractivista.

El IEFI es una unidad de trabajo, una asociación sin fines de lucro, especializada en diferentes disciplinas o ramas del conocimiento, integradas de acuerdo con intereses sociales, culturales y económicos comunes. Cuyos objetivos consisten en aportar ideas, diagnósticos y propuestas en clave de construir igualdad, emancipación cultural y soberanía integral, desde la territorial hasta la alimentaria, cuya condición de posibilidad es la soberanía científico-tecnológica en el marco de un proyecto de agroindustria nacional, que promueva la agricultura familiar.

Nada de eso se podrá conseguir sin soberanía política, y no la habrá si no discutimos un proyecto cultural de Nación y un proyecto de soberanía educativa, para la formación de una nueva conciencia colectiva en tiempos de encrucijada civilizatoria. Por eso proponemos el debate por una Nueva Ley de Educación Superior, para desmerantilizar la educación superior, la ciencia y la investigación, y ponerlas al servicio de los intereses y necesidades de la Nación. 

Compartimos con Thomas Piketty en el comienzo de su libro “Capital e Ideología”: 

“Todas las sociedades tienen necesidad de justificar sus desigualdades: sin una razón de ser, el edificio político y social en su totalidad amenazaría con derrumbarse. Por eso, en cada época se genera un conjunto de discursos e ideologías que tratan de legitimar la desigualdad tal y como existe o debiera existir, así como de describir las reglas económicas, sociales y políticas que permiten estructurar el sistema. De la confrontación entre esos discursos e ideologías, que es al mismo tiempo intelectual, institucional y política, surgen generalmente uno o varios relatos dominantes en los que están basados los regímenes desigualitarios existentes en cada momento.”

Estamos hablando de la batalla cultural por definir qué clase de vida social nos damos. 

Por ello desde el IEFI pensamos que  demoler las justificaciones ideológicas, culturales, económicas, sociales de la desigualdad resulta clave para gestar otro mundo posible, otra Argentina más justa e igualitaria. Nuestro Instituto nace para aportar a este gigantesco debate que transita el mundo en tiempos de un capitalismo de catástrofe. 

Dentro de ese objetivo, tiene como propósitos generales promover ideas, propuestas, y acciones destinadas impulsar la Igualdad  en la sociedad en términos  sociales, de género, de cultura y educación. Asimismo, realizar investigaciones, estudios y trabajos sobre el vínculo entre la desigualdad y temas como cambio climático, seguridad y justicia, distribución de la riqueza, propiedad, uso y tenencia de la tierra; soberanía alimentaria, científica, cultural y educativa.