Por Bernardo F. Carnelli
El propósito de esta nota es compartir con Uds una selección subjetiva del trabajo realizado por Guillermo De Martinelli y Manuela Moreno (compiladores), “Agronegocios en la región pampeana – Tensiones por la imposición de un modelo concentrador”, una publicación de Ciencias Sociales, de la Universidad Nacional de Quilmes.
Comencemos con una descripción de las principales características que hacen al modelo de agronegocios:
La incorporación de cultivos transgénicos definió una nueva lógica productiva, conocida como modelo de agronegocios. Siguiendo a Gras (2015), sus principales características son: a) generalización, ampliación e intensificación del papel del capital en los procesos productivos agrarios; b) modalidades novedosas de tenencia de la tierra y de arreglos financieros y comerciales para la producción; c) intensificación en el uso de los distintos factores de la producción, junto con cambios tecnológicos en la calidad de los insumos e innovaciones genéticas; d) mayor integración y extensión de la cadena de valor, guiada por la integración técnica de los procesos productivos (vertical) y por la articulación horizontal de otras actividades que se valorizan como oportunidades para el capital; e) comportamientos de valorización financiera, a partir del uso de nuevas herramientas de financiamiento; f) participación de capitales no agrarios; g) desarrollo de la producción a gran escala; h) tercerización de labores culturales e incorporación de nuevos servicios (informática, asesoramiento financiero, servicios climáticos, etc.) (Gras, 2015).
El modelo de agronegocios, en el marco de las políticas de apertura y desregulación económica del menemismo, potenció la magnitud y escala de las explotaciones, los niveles de productividad e intensidad del trabajo y la integración agroindustrial (Lattuada y Neiman,2005; Lattuada, 2006). Sin embargo, sus elementos fueron apropiados e integrados de manera diversa por los actores agrarios, lo que generó una significativa heterogeneidad entre quienes lo hicieron de manera parcial, conservando la estructura clásica de organización empresarial, y aquellos que la transformaron radicalmente, conformando “empresas red”, con estrechas conexiones con el capital financiero y agroindustrial (Gras, 2015). Las capacidades desiguales de acumulación, inversión y producción entre pequeños y grandes productores, el escaso conocimiento técnico de los métodos para adoptar las nuevas transformaciones del mercado mundial, así como las diferencias estructurales para poder competir en el mercado en las nuevas condiciones de liberalización económica y reconversión tecnológica, generaron un impacto asimétrico de las reformas, que colocó en una posición subordinada a los pequeños y medianos productores rurales frente a las megaempresas de capital concentrado (Balsa, López Castro y Moreno, 2014).
Nueva lógica productiva, nueva identidad, nueva matriz discursiva
El acceso a esta lógica de producción determina la construcción de una nueva identidad: el empresario innovador, la cual opone a la identidad del chacarero o a la de la oligarquía terrateniente, por sus formas tradicionales de trabajar la tierra. Las principales instituciones que hacen uso de esta discursividad son las entidades técnicas (AAPRESID, AACREA) y las asociaciones por cadena de valor (ACTA, ACSOJA, MAIZAR, etc.). En una de sus variantes llega a sostener que no habría intereses contrapuestos dentro de la cadena de producción, comercialización e industrialización de los productos primarios.
Cabe señalar que esta última discursividad no presenta puntos de antagonismo con la liberal-conservadora, por lo cual resultan combinables: es posible encontrar en los discursos institucionales de las entidades técnicas, gremiales, de las megaempresas del sector, los medios de comunicación y también en representantes del Estado, la defensa de una serie de ideas que articulan núcleos-conceptuales de ambas. En ese sentido afirmamos la constitución de una discursividad hegemónica en la esfera pública sobre la cuestión agraria pampeana que articula ideas de los agronegocios con concepciones propias de la ideología liberal-conservadora, de fuerte arraigo en nuestro país.
Dentro de estas instituciones[1] -mediante una serie de instrumentos técnicos, pedagógicos y de difusión, como planes educativos, becas y programas solidarios- crean, promueven y difunden un discurso que asume rasgos comunes y que se constituye en ideológico en tanto contribuye a la reproducción de relaciones de poder (Fairclough, 1995). En los discursos públicos de estos intelectuales y en los de esta red institucional identificamos la confluencia en una serie de núcleos conceptuales, por medio de los cuales sostienen una determinada representación del mundo, que comprende los aspectos que Therborn (1991) identifica como elementales en cualquier interpelación ideológica: la definición de lo que existe, de los que es bueno y de lo que es posible.
Resumimos esta trama conceptual en seis ideas clave:
1. una mirada sobre la sociedad, el individuo y la tecnología como sociedad del conocimiento, paradigma tecnológico y empoderamiento (empowerment);
2. una fundamentación moral de la actividad agropecuaria a partir de la existencia de hambre en el mundo;
3. una concepción de la naturaleza como mero objeto de apropiación, y del desarrollo sustentable como mecanismo de legitimación y oportunidad de negocios;
4. la defensa de una visión liberal del Estado como promotor de la valorización del capital;
5. la definición del protagonista del modelo como empresario innovador y del compromiso con la comunidad local a través de la responsabilidad social empresarial;
6. una mirada histórica de tinte liberal-conservadora para un proyecto de Nación elitista.
Desde estos núcleos conceptuales expresan mecanismos ideológicos a través de los cuales legitiman el modelo de producción de los agronegocios y un nuevo rol para el productor agropecuario. Pero a su vez expresan la clara intención de construir un discurso hegemónico tanto al interior de los actores protagonistas del campo como hacia el conjunto de sociedad argentina.
Una encuesta representativa de la ideología de los productores rurales bonaerenses
La encuesta contiene 28 preguntas abiertas y 66 preguntas cerradas, acerca de: los grados de acuerdo de las personas encuestadas –un total de 329- con frases típicas de las distintas discursividades agrarias; su identificación con los intereses de distintos tipos productores agropecuarios; el conflicto de 2008; y también preguntas ligadas a las representaciones gremiales.
Las zonas relevadas son 27, de un total de 30 zonas agroeconómicas homogéneas que se incluyen en esta muestra (se ha dejado de lado la zona del Delta y la del Gran Buenos Aires).
Los datos brindados por este ejercicio permiten identificar seis grupos de productores en función de las respuestas a las diferentes frases. En cada uno se identifican varias de las ideas-fuerza de alguna de las discursividades, que se resumen en el valor promedio para cada frase dentro de cada grupo. En todos ellos, no obstante, estas ideas aparecen articuladas -en algunos casos, de manera coherente y en otros de forma incoherente o contradictoria- con ideas de las otras discursividades.
• El primer grupo (61 personas) se caracteriza por estar en contra de la intervención del Estado (rechazan la regulación de los arriendos, la creación de Juntas de granos y carnes; la regulación del suelo, las leyes en contra de la concentración) y a favor de la defensa del derecho de propiedad, y por sostener que solo los productores deben decidir qué se hace en sus tierras. A la vez, éstos no comparten las ideas propias de la discursividad de los agronegocios (los productores son empresarios; el más competitivo es el que más sabe hacer; la igualdad de intereses en la cadena). En este sentido, son esencialmente liberales antiintervencionistas. Aunque es importante destacar que -en contradicción con las ideas liberales- los valores promedio a favor de que existan retenciones segmentadas son relativamente altos.
• El segundo grupo (40 personas) no apoya que hoy los productores sean empresarios, que las tecnologías hayan beneficiado a todos los productores, y son lo que menos acuerdan con que en la cadena todos tengan los mismos intereses. A la vez, defienden la necesidad de que haya Junta de granos y carnes, y de que el Estado regule los arrendamientos. No apoyan que el mercado tenga que estar completamente desregulado. Defienden las ideas liberales del derecho de la propiedad de la tierra y que los productores deben decidir que se hace en sus tierras. En este sentido, son agraristas moderados contrarios a los agronegocios.
• El tercer grupo (39 personas) sostiene las ideas fuerza de los agronegocios: la importancia del saber, las bondades de las tecnologías, la identidad empresarial y cierto apoyo a la igualdad de intereses en la cadena. Están en contra de las Juntas y defienden los mercados desregulados, pero plantean que el Estado debe regular el uso del suelo para que este no se deteriore y la segmentación de los derechos exportación (retenciones: según el lenguaje impuesto por un discurso único y dominante). A partir de estas características, denominamos a este grupo como defensores de los agronegocios parcialmente regulacionistas.
• El cuarto grupo (33 casos) es muy similar al anterior. Apoyan el núcleo de las ideas de los agronegocios, pero también sostienen –no con mucha coherencia- algunas ideas liberales y otras agraristas. Al igual que el tercer grupo, defienden el derecho de la propiedad y el rechazo a las Juntas, pero lo distintivo es que aquí no aparece tan fuerte apoyo a la idea de los mercados totalmente desregulados. Por el lado de las ideas agraristas, sostienen la segmentación de los derechos de exportación y la regulación del suelo, pero agregan como novedoso el apoyo a la idea de que muchos productores han desaparecido a causa del cambio tecnológico y cierto apoyo a la regulación del mercado de arrendamientos. En este sentido, este grupo podría denominarse defensores de los agronegocios con “responsabilidad social”.
• El quinto grupo (reúne 100 personas) son principalmente agraristas porque defienden la intervención del Estado en casi todas las frases, no comparten que la identidad actual del productor sea empresarial y porque identifican que la tecnología golpeó a los pequeños productores. Sin embargo, sostienen algunas ideas de los agronegocios: no identifican las diferencias de intereses en la cadena, contradictoriamente opinan que las tecnologías mejoraron la situación de todos los productores y que hoy lo importante es el saber. En este sentido los denominamos agraristas parcialmente favorables a los agronegocios.
• El sexto grupo (55 casos) son liberales porque están en contra de todo tipo de intervención estatal (no quieren retenciones, ni Juntas de Granos y Carnes, ni apoyan la regulación del uso del suelo) y defienden con fuerza tanto la propiedad privada como que los mercados tienen que estar desregulados. Pero a la vez sostienen con coherencia algunas de las ideas de los agronegocios, al menos en dos sentidos. En primer lugar, apoyan la frase de que las tecnologías mejoraron al conjunto de los productores y rechazan la frase de que las tecnologías hayan afectado a los pequeños productores. En segundo lugar, opinan que actualmente los productores son empresarios y no comparten que los verdaderos productores sean los que trabajan en el campo. Denominamos a este grupo liberales defensores de los agronegocios y en este sentido, son los posicionamientos más cercanos a la discursividad que se torna hegemónica en la esfera pública.
A modo de conclusión: Un desafío persistente
En el agro local, los principales valores culturales del orden neoliberal se mantienen vigentes hasta el presente, sin que se haya logrado construir una concepción alternativa al modelo de agronegocios. Para generar un nuevo modelo de desarrollo agrario que sea técnicamente viable, políticamente posible y éticamente deseable, resulta fundamental asumir una voluntad de transformación social, a través de una ardua disputa político-cultural en el seno de la sociedad civil que permita crear un nuevo sentido común para concientizar a los pequeños productores de las formas no percibidas de desigualdad, dominación y explotación social, y los riesgos ambientales del modelo hegemónico, rearticulando sus posiciones en dirección a la construcción de proyectos alternativos.
Anexo/ Nómina de las 27 zonas aquí analizadas:
• 25 de Mayo (incluye los partidos de Bolívar, 25 de Mayo, General Las Heras, General Rodríguez, Roque Pérez, Navarro, Suipacha, Mercedes, Marcos Paz y casi la totalidad de Lobos),
• Coronel Dorrego (incluye a Dorrego y el partido de MonteHermoso),
• General Conesa (incluye los partidos de General Madariaga, General Lavalle, Tordillo, Maipú, Dolores, Castelli, Chascomús, Magdalena, Pinamar, Punta Indio, Villa Gesell y La costa),
• Púan (comprende el centro de los partidos de Adolfo Alsina y Saavedra y norte de Puán),
• Bahía Blanca (abarca el sur del partido de Adolfo Alsina, el centro y sur de Puán, oeste de Tornquist, oeste de Saavedra, y la totalidad de Bahía Blanca y Coronel Rosales),
• Tres Arroyos (incluye la zona continental de dicho partido y de San Cayetano, la totalidad de González Chaves y una pequeña porción de Coronel Pringles),
• Balcarce (abarca los partidos de Tandil, Gral. Alvarado y Gral.Pueyrredón y Balcarce),
• Guaminí (comprende todo Guaminí, norte y este de Adolfo Alsina, extremo norte de Saavedra y parte del noroeste de Coronel Suárez),
• General Villegas (comprende Ameghino, Pinto y Villegas),
• Rojas (abarca la totalidad de los partidos Rojas, Chivilcoy y Chacabuco; casi todo Colón y Salto; la parte noreste de Gral. Arenales, Junín, Bragado y Alberti; sudeste de Pergamino y Carmen de Areco y una mínima porción sur de Arrecifes y SanAndrés de Giles),
• Arrecifes (abarca la totalidad de los partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero, San Antonio de Areco, Capilla del Señor, Luján, y Capitán Sarmiento; casi todo Arrecifes y San Andrés de Giles; los extremos NE de Pergamino y Carmen de Areco; y una pequeña porción norte de Salto),
• Saladillo (contempla la mitad noroeste de los partidos Saladillo y General Alvear, y el extremo oeste de Tapalqué),
• Tapalqué (abarca la mayor parte del partido de Tapalqué y el este de Azul),
• Hilario Ascasubi (se corresponde con el área bajo riego del Valle Bonaerense del Río Colorado (VBRC). Ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires, abarca el sur del partido Villarino y el norte del de Patagones),
• Médanos (área de secano de Villarino, abarca la mitad noroeste del partido de Villarino),
• Patagones (área del secano de Patagones, comprende la zona sur de dicho partido, limita al Este con el Mar Argentino, y al oeste y al sur con la provincia de Río Negro).
• Olavarría (comprende los partidos de Laprida, Gral. La Madrid, Benito Juárez y Olavarría)
• Orense (incluye la parte litoral de Tres Arroyos y de San Cayetano),
• Lobería (abarca la parte continental de dicho partido y del de Necochea),
• Necochea (incluye la parte litoral de dicho partido y del de Lobería),
• Ayacucho (pertenece a la zona ganadera de los derrames de pedemonte y llanura finipampeana, o lo que se conoce como la cuenca deprimida del Salado, ubicada en el centro este de la provincia de Buenos Aires. Comprende el partido de Ayacucho junto a otros partidos completos o fracciones de éstos.
• Cañuelas (la integran Brandsen, Cañuelas, General Paz, Monte, San Vicente y una pequeña porción del partido de Lobos),
• Daireaux (comprende la totalidad de Daireaux y el sureste de Trenque Lauquen),
• General Viamonte (contempla la totalidad de Leandro N. Alem y General Viamonte; casi todo Bragado y el sudoeste de Gral. Arenales, Junín y Alberti),
• Pehuajó (se corresponde con la totalidad del partido de Carlos Tejedor, casi todo Pehuajó, Carlos Casares, el sur de Lincoln y solo una fracción Este de 9 de Julio),
• 9 de Julio (comprende la parte este de Lincoln, casi todo 9 de Julio, sur de Carlos Casares y Pehuajó y la totalidad de Henderson),
• Coronel Pringles (comprende la totalidad del partido de Coronel Suárez, centro y este del partido de Saavedra, centro y oeste del partido de Tornquist y casi la totalidad del partido de Coronel Pringles).
[1] En diálogo con otros voceros de los agronegocios del ámbito local e internacional, confluyen en la creación de una serie de instituciones que juegan un rol central en la difusión de este modelo. Específicamente, estuvieron detrás de la creación de las denominadas entidades técnicas (AAPRESID y AACREA); de las organizaciones por cadena de valor (MAIZAR, ACsoja, ArgenTrigo, AAGIR, ACTA); de los medios de comunicación del sector (Clarín Rural, Canal Rural); de la feria dinámica a campo abierto EXPOAGRO; de los posgrados en agronegocios y de las carreras universitarias reformadas en función de esta orientación; y de la trama institucional en el marco del Estado que fue clave para la rápida difusión del modelo (INASE, CONABIA, reformas en el INTA, etc.).