Por Bernardo F. Carnelli

¿Por qué hablo de bioeconomía? Porque como otros temas que no aparecen en la agenda diaria de las redes sociales y de los medios de comunicación, tienen una incidencia en nuestra vida cotidiana de modo indirecto ya que determina el uso de los recursos naturales. Porque es una economía basada en la transformación de los recursos naturales por medio de las biotecnologías. Y aunque prime un cierto consenso acerca de las contribuciones socioeconómicas que este modelo podría lograr, es conveniente y necesario discutir, o al menos contribuir al debate sobre las implicancias que puede tener el desarrollo de este nuevo paradigma.

¿Por qué hoy este tema en Argentina? Porque el Ing. Fernando Vilella, actual Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, se presenta en las redes oficiales como la máxima autoridad de la Secretaría de Bioeconomía de la República Argentina[1], poniendo este tema en un primer nivel de las políticas públicas. Vilella es ingeniero agrónomo, fue el creador del programa de bioeconomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el director del programa de agronegocios de la Faculta de Agronomía de la UBA (FAUBA). También fue Subsecretario de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires entre 12/2007 y 10/2008.

¿Qué se propone desde la Subsecretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional, área de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, del Ministerio de Economía? Transcribo:

“La bioeconomía es un paradigma de desarrollo sustentable y una política de estado que incluye a diversos sectores de la cadena agropecuaria y agroindustrial. Comprende tanto a los denominados bioproductos como los bioinsumos y los biomateriales, a los bioprocesos como la bioenergía y a la biotecnología como herramienta aplicada al mejoramiento vegetal, animal y de los microorganismos en el ámbito agropecuario. Estos cuatro sectores contribuyen a ampliar de forma innovadora las potencialidades de las producciones tradicionales en las regiones.

El fomento de la bioeconomía, así como la aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación en el ámbito de la producción agropecuaria, contribuye al desarrollo regional, al agregado de valor en origen, al fomento del empleo y del arraigo en territorio y al impulso de la producción y las exportaciones. Hoy no podemos pensar en producción y desarrollo sin asociarlo a sostenibilidad.

Nos hemos comprometido con el mundo en los acuerdos de Paris (Agenda 2030 y Objetivos de Desarrollo Sustentable) a producir más y mejores alimentos y productos, con procesos más sustentables y con la necesidad de introducir productos innovadores que sirvan a la economía circular y al desarrollo de las regiones, del empleo y a las economías locales.

Con el complemento de estos sectores dinámicos y de competitividad natural en nuestro país, la intención de las políticas públicas en bioeconomía apunta a alcanzar la circularidad económica de los procesos y productos, así como la generación de productos con características novedosas.

A tal fin, en 2020 se creó la Dirección Nacional de Bioeconomía para que se encargue de la promoción y regulación de los productos de la bioeconomía y la interrelación de los mismos con todas las cadenas productivas. Actualmente, se está trabajando activamente organizando Mesas de Innovación en Bioeconomía que brindan un espacio interactivo y de dialogo entre los actores de la cadena, así como en el desarrollo de Programas específicos para el sector.”[2]

Ahora los Ejes Estratégicos de la Dirección Nacional de Bioeconomía : 

  1. Proponer planes, programas, estudios y políticas para el desarrollo sostenible de los sectores bioenergético y biotecnológico, en coordinación con las provincias, y los diferentes subsectores alimentarios con competencia en la temática.
  2. Realizar, en el ámbito de su competencia, el seguimiento de la producción agroindustrial y bioenergética en los mercados nacionales e internacionales y en los programas, proyectos y actividades de su competencia.
  3. Supervisar los procedimientos de aprobación de eventos biotecnológicos, sus marcos regulatorios, el otorgamiento de licencias para comercialización y liberación al medio de productos biotecnológicos para el uso agropecuario, en coordinación con las áreas con competencia en la materia.
  4. Asistir a la Secretaría en la ejecución y coordinación de políticas de promoción, desarrollo y financiamiento de las actividades de transformación bioenergética y biotecnológica.
  5. Asesorar en la celebración de acuerdos bilaterales y/o multilaterales en lo referente a las actividades de transformación bioenergética y biotecnológica y participar en las negociaciones internacionales en el ámbito de su competencia.
  6. Elaborar propuestas normativas relativas a la producción y el desarrollo sustentable de los sectores bioenergético y biotecnológico, en coordinación con las áreas con competencia en la materia.
  7. Asistir y asesorar a la Secretaría ante la Comisión Nacional Asesora para la Promoción de la Producción y Uso Sustentables de los Biocombustibles, en los temas de su competencia.
  8. Asistir a la Secretaría en su participación en foros y ámbitos de articulación tendientes a la promoción de la producción y uso de los sectores bioenergético y biotecnológico, el agregado de valor y las nuevas tecnologías vinculadas.
  9. Asistir a la Secretaría en materia bioenergética y biotecnológica, en los Grupos de Trabajo del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en la ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA (FAO), la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO (OMC), el CONVENIO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA (CBD), y el CONSEJO AGROPECUARIO DEL SUR (CAS), entre otros.
  10. Coordinar la Secretaría Ejecutiva de la COMISIÓN NACIONAL ASESORA DE BIOTECNOLOGÍA AGROPECUARIA (CONABIA) y de la COMISIÓN NACIONAL ASESORA EN BIOMATERIALES (COBIOMAT).

De todo lo expuesto, se abren al menos dos cuestionamientos; uno al interior del modelo como paradigma de desarrollo sustentable y otro a la realización de los ejes estratégicos, dentro del programa de gobierno –si es que hay alguno, y no sólo objetivos- de Javier Milei.

Ahora bien, si nuestro país tiene, en sus enormes reservas y sus recursos naturales una de las mayores fortalezas ¿es posible garantizar que la explotación de esos recursos se haga de modo racional, minimizando los impactos ambientales? ¿cuál es el camino a recorrer para obtener el mejor y más racional aprovechamiento de los mismos? ¿el modelo de agronegocios y el de bioeconomía pueden hacerse cargo de estos cuestionamientos?

Para su desarrollo a la bioeconomía le es imprescindible articular con el complejo científico-tecnológico, por lo que es ineludible el lugar de las políticas públicas en materia de ciencia, tecnología e innovación. Entonces, otra pregunta subyacente que se desprende es ¿cuál es el rol que le compete al Estado en la coordinación y administración de los recursos naturales?

La metodología de la bioeconomía, que incluye el concepto de circularidad, depende de la transversalidad del accionar de actores públicos: universidades, centros e institutos de investigación y desarrollo tecnológico, tales como CONICET, INTA, INTI, CONAE, INVAP, ARSAT, Agencia I+D+i, etc.; y privados: laboratorios, empresas de base tecnológicas diversas. Esta articulación siempre necesita contar con instrumentos de promoción y financiación, para cuya concreción es central el rol del Estado. 

Finalmente, creo que el accionar del poder ejecutivo encabezado por Javier Milei, al desmantelar el Estado –y por todo lo que antecede en esta nota- impide la realización de los objetivos enunciados por Fernando Vilella. 

Como en la mayoría de sus acciones el gobierno nacional es un cúmulo de contradicciones en sus políticas públicas, atentando contra el bien común de nuestro pueblo, el cuidado del medio ambiente, la casa común y la soberanía de nuestra patria. 

Más desafíos para pensar alternativas a los modelos hegemónicos. Reinventarnos, resistir, insistir, persistir.


[1] Ver en Instagram: @agriculturaar

[2] Ver: https://www.argentina.gob.ar/agricultura/bioeconomia

* Bernardo F. Carnelli. Lic Cs Soc y Humanidades. Sec ejecutivo IEFI